La descarbonización es el proceso de reducción de las emisiones de carbono a la atmósfera, en particular de dióxido de carbono (CO2) y se puede lograr en las distintas etapas del ciclo de vida de un producto o servicio, y a lo largo de la cadena de valor.
Si se tiene en cuenta la secuencia de etapas en el ciclo de vida de un producto o servicio, se pueden implementar acciones o soluciones que minimicen los impactos y las emisiones de GFEE desde la fase inicial. La correcta planificación de estas actuaciones puede redundar en una reducción de emisiones en transporte/logística y uso, por ejemplo, optando por medios de transporte con menores emisiones, promoviendo reuniones en remoto, adecuando circuitos logísticos para evitar recorridos innecesarios, eligiendo materiales reciclados y/o reciclables, apostando por equipos con una mayor vida útil, más eficientes, con un mantenimiento más sencillo y mejor acceso a repuestos, optando por materias primas más accesibles y potenciando los materiales renovables.
En este sentido, las opciones y requisitos de compra son la primera oportunidad para contribuir a la descarbonización del ciclo de vida del producto o servicio. Cuando no hay alternativas, las organizaciones pueden verse obligadas a desarrollar o adquirir nuevas tecnologías u opciones innovadoras. Este paso, que a veces no es el más fácil, puede ser muy importante para diferenciar a la organización, para acceder a nuevos mercados e incluso para proponer nuevas cadenas de valor que inicialmente no estaban contempladas.
El siguiente paso después de definir los requisitos de compra será hacer que la fabricación de productos y la prestación de servicios sean lo más sostenibles posible. Las soluciones, en este caso, pasan casi siempre por optimizar los procesos y aumentar la eficacia y la eficiencia. Ejemplos de ello son el mantenimiento adecuado de los equipos, el uso de materias primas utilizando equipos automatizados y altamente eficientes (robotización o tecnologías más avanzadas), la reducción de productos no conformes mediante la optimización de las materias primas utilizadas (una ventaja cuando hay escasez de recursos) y la reducción de los residuos producidos, evitando trabajar dos veces, optimizando itinerarios y transportes intermedios, utilizando aislamientos en instalaciones y edificios, mejorando el consumo energético y el origen de la energía, fomentando el intercambio de energías fósiles por energías renovables (permitiendo además una mayor independencia energética).
En cuanto el producto o servicio se pone a disposición del mercado, se empieza a sentir el impacto y la sostenibilidad de las opciones de diseño, tanto en la fase de uso (por ejemplo, alargando el ciclo de vida de los productos) como en la fase final de su ciclo de vida (reciclado, reutilización y tratamientos de final de vida de menor impacto).
En muchos casos, no todas las mejoras se pueden asegurar en la fase de diseño del producto/servicio, por lo que el mercado debe adaptarse para minimizar el impacto en las últimas etapas y, en consecuencia, promover su descarbonización. Existen varias oportunidades para optimizar los procesos, tales como: rutas logísticas, ahorro de recursos y procesos de apoyo, disponibilidad para reutilizar y reparar, así como para ofrecer soluciones de cooperación y simbiosis entre las partes interesadas (desde el punto de vista de la economía circular).
Todas las oportunidades y cambios previamente identificados permiten, además de la descarbonización (economía baja en carbono), la transición a una economía circular en detrimento del modelo más antiguo y menos sostenible de la economía lineal, manteniendo los recursos en la cadena de valor por más tiempo, y reduciendo los residuos y el consumo innecesario de energía.
La definición e implementación de cambios/adaptaciones en los procesos de descarbonización, contribuyen a la generación de ganancias en el desempeño ambiental de las organizaciones, tales como la reducción de costes en la compra de materias primas y optimización de procesos, aumento de los márgenes, mejora de la calidad, con menos productos no conformes, reducción de las sustancias peligrosas, entre otros. Además de las ganancias antes mencionadas, las medidas permiten a las organizaciones estar mejor preparadas para enfrentarse al creciente número de imprevistos en el contexto actual, como la pandemia, la escasez de materias primas, las guerras, las sequías (disponibilidad de agua para actividades en varios sectores) y otros fenómenos meteorológicos más frecuentes.
El paradigma de la economía circular, que también promueve la descarbonización, también prevé nuevos modelos organizativos a un nivel más macro, implicando a las comunidades a nivel local y nacional. Estos modelos fomentan la colaboración entre los distintos actores de las comunidades (industria, población, ciudades, administración local, comunidades intermunicipales) y se traducen en importantes ahorros en el consumo energético (reducción del consumo de alumbrado público y control del consumo de gas), en su producción y, por supuesto, las emisiones resultantes. Estos modelos también buscan cambiar el comportamiento de los ciudadanos como parte de estas comunidades. Actualmente, ya existen varios estándares adaptados a la nueva realidad de las ciudades y comunidades sostenibles.
Finalmente, después de implementar acciones y buenas prácticas que permitan la descarbonización a través de la reducción de emisiones, y en caso de que no sea posible alcanzar valores más bajos, la captura de carbono de la atmósfera es la solución ideal para compensar las emisiones que aún están presentes. Mediante una gestión agroforestal sostenible, es posible crear sumideros de carbono que absorban el dióxido de carbono atmosférico, reduciendo su peso en el efecto invernadero y, en consecuencia, el impacto sobre el cambio climático. Los bosques, en particular, juegan un papel muy importante en el secuestro de carbono, situación que ha generado sus propios mercados de gestión de créditos de carbono con los que se negocia para compensar las emisiones.
APCER proporciona un conjunto de herramientas que permiten que las organizaciones conozcan la contribución de las acciones y buenas prácticas implementadas, midiendo y monitoreando las emisiones de GFEE. Entre esas herramientas destaca la Huella de Carbono (Protocolo de gases de efecto invernadero (GHG por sus siglas en inglés), ISO14064-1, ISO14067, ISO14064-2), que permite a las empresas determinar sus emisiones de gases de efecto invernadero y definir medidas de compensación, control, reducción y mitigación de las mismas, la Huella Hídrica (ISO14046) que hace que las empresas sean más resilientes ante el aumento de las olas de sequía, la Gestión Adecuada de la Energía (ISO 50001), la Economía Circular (ISO 14006 Ecodiseño y el Fin de la Condición de Residuo) cuyo objetivo es aumentar la eficacia y la eficiencia sostenible de los procesos productivos, los criterios ESG y la Iniciativa de Reporte Global (GRI, por sus siglas en inglés), para la definición de estrategias organizativas. Además de estos estándares, existen muchos otros programas internacionales, comunitarios y nacionales de apoyo a la descarbonización, como CELE, Fundo Ambiental, PRR, entre otros.
Pedro Fernandes
Climate Change Business Developer | APCER
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