Conforme las Naciones Unidas, podemos definir el Desarrollo Sostenible como "el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades".
Este concepto global se afianzó en la agenda política mundial durante la Conferencia de Río, celebrada en la ciudad de Río de Janeiro en 1992. Tras dicha conferencia cumbre, se publicaron 3 documentos en los que se definen las orientaciones políticas y las directrices globales para alcanzar el desarrollo sostenible. Estos documentos fueron «Agenda 21», «Declaración de Río» y «Principios para el Manejo Sustentable de Bosques».
Desde entonces, el concepto de desarrollo sostenible se ha convertido en una cuestión central en los programas políticos nacionales, europeos y mundiales para la adopción de estos principios estratégicos, que persiguen reforzar y armonizar los distintos enfoques de las cuestiones económicas, medioambientales y sociales.
Por ello, la definición de una estrategia de desarrollo sostenible es un tema que cobra cada vez mayor centralidad en todas las empresas a nivel mundial. Las empresas están sometidas a una mayor presión por parte del mercado y comienzan a darse cuenta de la necesidad de contribuir al desarrollo sostenible en sus diferentes dimensiones. A tal fin, se centran en la gestión eficaz y eficiente de sus procesos con el objeto de garantizar la calidad de sus productos o servicios, buscando alcanzar el equilibrio entre la bonanza económica (creación de valor para las partes interesadas), la equidad social y la preocupación por el medio ambiente.
En opinión de varios autores y estudios llevados a cabo, el verdadero desarrollo sostenible únicamente se consigue gracias a la integración de estos 3 principios generales: prosperidad económica, integridad medioambiental y equidad social, los cuales deben aplicarse a políticas, prácticas y productos o servicios de la empresa.
En este sentido, las empresas reconocen que la implantación y la certificación de un sistema de gestión integrado (SGI) constituyen herramientas primordiales para crear ventajas competitivas y alcanzar el concepto de Desarrollo Sostenible. La idea que subyace a este concepto es que una empresa, en la medida de lo posible, pueda gestionar todas sus operaciones a través de un SGI, que garantice el cumplimiento de los requisitos legales y reglamentarios, así como la satisfacción de las necesidades de los distintos aspectos del negocio, a saber: la satisfacción del cliente, la calidad del producto o servicio, la generación de valor para las partes interesadas, el bienestar y la seguridad de los empleados y la minimización del impacto de las operaciones en el medio ambiente y la sociedad.
La propia redacción y evolución de las diferentes referencias normativas ha llevado a que la ISO proporcione, en la norma ISO 9000:2015 (Sistema de Gestión de la Calidad), una definición de Éxito Sostenido en estos términos: es «el éxito a lo largo de un periodo determinado», destacando que «el éxito sostenido pone de relieve la necesidad de establecer un equilibrio entre los intereses económico-financieros de la empresa y los del entorno social y ecológico».
Las normas más comúnmente adoptadas en un SGI son la ISO 9001, la ISO 14001 (Sistema de Gestión Medioambiental) y la ISO 45001 (Sistema de Gestión de Seguridad y Salud en el Trabajo). Sin embargo, se podrían adoptar también muchas otras, como la SA 8000 (Responsabilidad Social), la NP4552 (Sistema de gestión de la conciliación de la vida profesional, familiar y personal), la ISO 50001 (Sistemas de gestión de la energía) o ISO 31000 (Gestión de riesgos), por poner algunos ejemplos.
Por consiguiente, podemos afirmar que no cabe duda de que la implantación y certificación de un SGI contribuyen al desarrollo sostenible, presentando un conjunto de beneficios tangibles e intangibles, internos y externos, para aquellas empresas que incorporan el SGI.
Si consideramos estos beneficios en función de los 3 pilares del desarrollo sostenible, podemos destacar los siguientes:
Económico
• Simplificación de procesos y sistemas;
• Reducción de costes y mejora de la eficacia operativa mediante un uso adecuado de los recursos;
• Mejora de la competitividad de la empresa y de su sostenibilidad financiera.
Social
• Mejora de la imagen de la empresa ante la sociedad y las partes interesadas;
• Mejora de la satisfacción de los empleados;
• Mayor atracción y retención de talentos.
Medioambiental
• Reducción del impacto medioambiental de la empresa y conservación de los recursos naturales;
• Mayor facilidad para identificar y cumplir los requisitos legales y reglamentarios;
• Aumento de la resiliencia y de la capacidad de adaptación al cambio climático.
Por supuesto, no podemos omitir que la implantación y certificación de un SGI también presentan retos y dificultades que acompañan este proceso. Como en cualquier implantación, es necesario introducir cambios; las mayores dificultades suelen estar relacionadas con los siguientes aspectos:
• Cultura empresarial no alineada con la visión del desarrollo sostenible;
• Dudas de la alta dirección sobre el valor añadido que resultará de la implantación y certificación del SGI;
• Resistencia al cambio y a la modificación de los procesos y procedimientos existentes;
• Dificultades para cumplir plenamente los requisitos legales y reglamentarios que resulten de aplicación;
• Necesidad de impartir formación adicional a las personas implicadas.
Estamos convencidos de que los beneficios que se pueden obtener superan con creces los posibles retos y dificultades, y de que la implantación y certificación de un SGI permiten a las empresas innovar en sus prácticas de gestión y adoptar procedimientos sostenibles. En definitiva, el SGI añade valor y crea una cultura de buenas prácticas de sostenibilidad corporativa y, por lo tanto, contribuye al Desarrollo Sostenible de la Sociedad y del mundo en general.
La certificación de un SGI posibilita la validación de las buenas prácticas de las empresas por una entidad independiente, que garantizará que sus procesos, productos y servicios son correctos y, con ello, se dará mayor visibilidad y mejorará la imagen de la empresa en el mercado y la sociedad, lo que a su vez podrá resultar en el acceso a nuevos mercados. APCER, entidad certificadora con reconocimiento nacional e internacional, cuenta con más de 25 años de experiencia de colaboración con empresas, cumpliendo su misión de generar confianza entre las personas y las empresas, mejorar las prácticas de gestión y contribuir a una sociedad sostenible. Asimismo, ofrece soluciones de formación, en modalidad abierta o in-company, que contribuyen a la adquisición de competencias, al aumento de conocimientos y al desarrollo del talento.
Ricardo Marques
Certification Unit Leader, APCER
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