Cambio climático, pandemia, guerra... Estamos atravesando un momento de nuestra historia lleno de desafíos, pero tenemos que continuar con nuestras actividades y con los compromisos asumidos para evitar nuevos "bloqueos" en nuestras vidas.
En la actualidad las empresas tienen que adaptarse a la nueva realidad si desean continuar con su actividad y garantizar su supervivencia. Los compromisos asumidos a nivel internacional, legal y sectorial, así como por parte de las empresas, imponen asimismo obligaciones relativas a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero y a la mitigación del cambio climático.
"Descarbonización" es un término acuñado recientemente y derivado de los compromisos anteriormente mencionados, y hace referencia al proceso de reducción de emisiones de carbono a la atmósfera, especialmente de dióxido de carbono (CO2), orientado a alcanzar una economía global con emisiones reducidas y conseguir así la neutralidad climática a través de la transición energética. ¿Qué ajustes deben implementarse para enfrentar esta nueva realidad? ¿Cuáles son las consecuencias? ¿Cuáles son los cambios que las empresas deben incorporar a sus estrategias?
El cambio climático trae consigo fenómenos meteorológicos adversos cada vez más frecuentes, como sequías, inundaciones o ciclones. En la actualidad sabemos que existe una relación directa entre la actividad humana y la aparición de estos fenómenos atmosféricos, y que la descarbonización propicia la disminución de los mismos: con la reducción de la emisión de gases de efecto invernadero puede combatirse el calentamiento global, el deshielo o las alteraciones de las corrientes y las estaciones del año, entre otros fenómenos.
La pandemia, a pesar de su terrible repercusión social y económica, ha contribuido positivamente a la descarbonización, a la normalización de la implantación del teletrabajo y del uso de medios alternativos para suministrar información, servicios y productos. La disminución de los viajes y el "descubrimiento" de un mundo menos contaminado ha conseguido cambiar ciertos hábitos mediante la necesaria adaptación de las empresas y la optimización de la tecnología.En la actualidad las reuniones remotas son una realidad, lo cual ha propiciado un aumento de la productividad gracias a la reducción de los tiempos de desplazamiento, con la consecuente disminución de las emisiones derivadas de estos. Asimismo, con el fin de resolver el problema de la falta de mano de obra durante la pandemia, numerosas empresas optaron por avanzar en la automatización y modernización de sus procesos productivos invirtiendo en equipos más modernos y "limpios", lo cual se ha traducido igualmente en una reducción de emisiones.
Por otro lado, la pandemia ha agudizado un problema cuya influencia en algunos sectores había ya empezado a percibirse progresivamente: el abastecimiento y la escasez de materias primas. Esta dificultad ha obligado a las empresas a optimizar sus procesos logísticos y su eficacia/eficiencia productiva, optando por suministradores locales y reduciendo la adquisición de materias primas, lo cual permite disminuir los desechos derivados de los procesos productivos a través, por ejemplo, de la eliminación de productos no conformes y de residuos. Finalmente, la optimización del proceso de producción para conseguir el aprovechamiento del 100 % de la materia prima lleva consigo una serie de beneficios: disminución de costes derivada de la compra de menores cantidades de materia prima, optimización de la logística, almacenamiento y gestión de los residuos, que dejan de existir, aumento de los márgenes, mejora de la calidad, con menos productos no conformes, disminución de sustancias peligrosas, etc. En resumen, el resultado es un aumento de la eficacia y la eficiencia, lo que contribuye a su vez a una economía más circular y a una mayor descarbonización.
Y cuando pensábamos que ya se habían acabado las sorpresas, surge una nueva guerra en Europa, que ha afectado de manera generalizada al abastecimiento de los combustibles fósiles. La escasez de combustible ha provocado un aumento de los precios del gas y el petróleo, lo cual se ha reflejado finalmente en el precio de las materias primas y de los productos, ya que estos combustibles se utilizan para el transporte, la producción energética, la aclimatación y la fabricación y suministro de productos. Para mantenerse "vivas", las empresas deben enfrentar estos nuevos desafíos y también aquí la descarbonización desempeña un papel fundamental: la reducción del consumo de combustibles fósiles y la transición hacia las energías renovables reducen la dependencia de dichos combustibles y amortigua los costes derivados de su adquisición.
En la hipótesis más optimista, con las medidas existentes de descarbonización, cuya implantación está realizándose de manera acelerada, y las nuevas, que ya se están poniendo en práctica, como la limitación en los horarios de la iluminación pública o el control en el consumo de gas, Europa podrá alcanzar la autosuficiencia energética, lo que redundará en una mayor "inmunidad" ante las oscilaciones del mercado energético global. Reduzcamos la emisión de gases de efecto invernadero: el planeta lo agradecerá.
Este contexto se refleja igualmente en el mundo de las certificaciones, verificaciones y auditorías, donde se percibe un aumento significativo de la demanda de normas que respalden el control de las emisiones de empresas y productos. Destacamos las relativas a la Huella de carbono (Protocolo de gases de efecto invernadero (GHG por sus siglas en inglés), ISO14064-1, ISO14067, ISO14064-2), que permiten a las empresas determinar sus emisiones de gases de efecto invernadero y definir las medidas de compensación, control, reducción y mitigación de estas, así como las que se refieren a la Gestión adecuada de la Energía (ISO 50001), la Economía Circular (Ecodiseño ISO 14006 y Fin de la condición de residuo), cuyo objetivo es el de aumentar la eficacia y la eficiencia sostenible de los procesos productivos, los criterios ESG y la Iniciativa de Reporte Global (GRI por sus siglas en inglés) para la definición de estrategias organizativas.
Las herramientas están ahí. Por tanto, nos corresponde asumir estos y otros compromisos de descarbonización, y ponerlos en práctica para evitar que una nueva "sorpresa" nos obligue a ello.
Pedro Fernandes
Climate Change Business Developer | APCER